¿Se ha hecho rico Iván? ¿Con quién?
A la espera de que un conocido televisivo le pregunte acerca de si Iván Redondo es más rico ahora que cuando empezó a trabajar en Presidencia del Gobierno, nos quedamos con los datos suministrados por profesionales de la investigación periodística que han visitado el Registro de Sociedades.
Su sociedad de comunicación y asesoramiento Erre que Erre Asociados durante el año de la pandemia (2020), cuando la actividad empresarial cayó estrepitosamente, facturó en esos doce meses letales para la economía de España y del mundo un 324% más que el año anterior.
Este dato, apreciado en su declaración oficial ante la Agencia Tributaria, sería argumento más que suficiente para dar una explicación serena y clara como el tallo de una rosa. Podrá argumentar que él se había desvinculado al acceder al cargo de director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno y que dejó todo su tinglado empresarial en manos exclusivos de su mujer Sandra Rudy. Si fuera así, habría que colegir que cuando cerraban empresas más solventes que ese gabinete Erre que Erre, cuando el desplome de la economía llegó al 16% del PIB, la pandemia encontró una genio (a) de las finanzas y de la gestión en tiempos de crisis.
Si así fuera, ¿qué problema existe para que se pudieran conocer las empresas, institutos, públicos o privados, entidades públicas o privadas, clientes públicos o privados que durante ese año aciago recibieron las, al parecer, y presuntamente, monumentales facturas de Erre que Erre?
El hombre que en el año 2009 percibió 207.097 euros del PP, apuntados cuidadosamente en los Papeles de Bárcenas, viene obligado éticamente -ignoro si también legalmente- a decir a los contribuyentes españoles a quién o quiénes facturó. Máxime si pretende seguir dedicándose a comer opíparamente del asesoramiento público o privado; privado o público.
Elemental cortesía; más que elemental en el código de transparencia de la que tanto presumió cuando disfrutó del poder.